Ingeniero agrónomo (UNT), doctorado con orientación en Ingeniería Molecular de plantas. Integra el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio- Conicet - UNT) y es jefe de la sección Biotecnología en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres ; profesor adjunto de Química Biológica (UNT); miembro del Comité académico del doctorado en Ciencias Biológicas (UNT) y asesor en Ciencias Agrarias en distintos organismos.
Atilio Pedro Castagnaro es testigo y protagonista de la Argentina compleja: estudió Ingeniería Agronómica en la UNT y se especializó en España, y volvió al país en 1994 en el marco de un programa de repatriación de científicos justo un mes antes de que el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandara a los científicos a lavar los platos. “Entonces estaba Raúl Matera al frente del Conicet; y él entendía la importancia de la ciencia”, argumenta Castagnaro, tratando de explicar cómo en un mismo gobierno - el de Carlos Menem- podían convivir dos mensajes antagónicos. No es la única paradoja que le ha tocado experimentar: Castagnaro, que es fundador de la filial Tucumán de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), integra un equipo regional que acaba de ganar un subsidio de 800.000 euros para desarrollar un “laboratorio virtual” de mejoramiento de la soja en el Mercosur, tema que para cierto “falso ecologismo” (así lo define él) resultaría incompatible con la prédica social.
Sin embargo, Castagnaro enfatiza, buscando las palabras justas, no sin antes señalar que él es “parte de un equipo”: “Yo no soy sólo un técnico ni mucho menos un tecnócrata. Y creo que cada uno, desde su trabajo cotidiano, puede, y debe, contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.
Atilio Pedro Castagnaro es testigo y protagonista de la Argentina compleja: estudió Ingeniería Agronómica en la UNT y se especializó en España, y volvió al país en 1994 en el marco de un programa de repatriación de científicos justo un mes antes de que el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandara a los científicos a lavar los platos. “Entonces estaba Raúl Matera al frente del Conicet; y él entendía la importancia de la ciencia”, argumenta Castagnaro, tratando de explicar cómo en un mismo gobierno - el de Carlos Menem- podían convivir dos mensajes antagónicos. No es la única paradoja que le ha tocado experimentar: Castagnaro, que es fundador de la filial Tucumán de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), integra un equipo regional que acaba de ganar un subsidio de 800.000 euros para desarrollar un “laboratorio virtual” de mejoramiento de la soja en el Mercosur, tema que para cierto “falso ecologismo” (así lo define él) resultaría incompatible con la prédica social.
Sin embargo, Castagnaro enfatiza, buscando las palabras justas, no sin antes señalar que él es “parte de un equipo”: “Yo no soy sólo un técnico ni mucho menos un tecnócrata. Y creo que cada uno, desde su trabajo cotidiano, puede, y debe, contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.
Ya de lleno en el beneficio que acaban de recibir, afirma: “ no se puede hacer ciencia y tecnología quedándose encerrado en una institución. Y mucho menos en países como el nuestro. Si uno quiere realmente competir y que esto llegue a tener un beneficio hacia el sector productivo privado o público y hacia la sociedad en su conjunto, tiene que buscar colaboraciones o asociaciones”. El beneficio son fondos que otorga la Unión Europea, pero es el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación el que evaluó la viabilidad del programa.
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