sábado, 30 de octubre de 2010

Entrevista a Atilio P. Castagnaro: “La tecnología tiene que servirle a la gente”


Ingeniero agrónomo (UNT), doctorado con orientación en Ingeniería Molecular de plantas. Integra el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio- Conicet - UNT) y es jefe de la sección Biotecnología en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres ; profesor adjunto de Química Biológica (UNT); miembro del Comité académico del doctorado en Ciencias Biológicas (UNT) y asesor en Ciencias Agrarias en distintos organismos.

Atilio Pedro Castagnaro es testigo y protagonista de la Argentina compleja: estudió Ingeniería Agronómica en la UNT y se especializó en España, y volvió al país en 1994 en el marco de un programa de repatriación de científicos justo un mes antes de que el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandara a los científicos a lavar los platos. “Entonces estaba Raúl Matera al frente del Conicet; y él entendía la importancia de la ciencia”, argumenta Castagnaro, tratando de explicar cómo en un mismo gobierno - el de Carlos Menem- podían convivir dos mensajes antagónicos. No es la única paradoja que le ha tocado experimentar: Castagnaro, que es fundador de la filial Tucumán de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), integra un equipo regional que acaba de ganar un subsidio de 800.000 euros para desarrollar un “laboratorio virtual” de mejoramiento de la soja en el Mercosur, tema que para cierto “falso ecologismo” (así lo define él) resultaría incompatible con la prédica social.
Sin embargo, Castagnaro enfatiza, buscando las palabras justas, no sin antes señalar que él es “parte de un equipo”: “Yo no soy sólo un técnico ni mucho menos un tecnócrata. Y creo que cada uno, desde su trabajo cotidiano, puede, y debe, contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.
Ya de lleno en el beneficio que acaban de recibir, afirma: “ no se puede hacer ciencia y tecnología quedándose encerrado en una institución. Y mucho menos en países como el nuestro. Si uno quiere realmente competir y que esto llegue a tener un beneficio hacia el sector productivo privado o público y hacia la sociedad en su conjunto, tiene que buscar colaboraciones o asociaciones”. El beneficio son fondos que otorga la Unión Europea, pero es el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación el que evaluó la viabilidad del programa.

Conclusiones sobre la biotecnología agrícola




la biotecnología es un complemento, y no un sustituto, en muchas esferas de la investigación agrícola convencional. Ofrece una variedad de instrumentos para mejorar nuestra comprensión y ordenación de los recursos genéticos para la agricultura y la alimentación. Esos instrumentos están contribuyendo ya a los programas de mejoramiento y conservación y facilitando el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades de las plantas y los animales. La aplicación de la biotecnología proporciona al investigador nuevos conocimientos e instrumentos que aumentan la eficacia de su trabajo. De este modo, los programas de investigación basados en la biotecnología pueden ser considerados como una prolongación más precisa de los métodos convencionales. Al mismo tiempo, la ingeniería genética puede ser considerada como una desviación radical de las técnicas convencionales de mejoramiento porque confiere a los científicos la capacidad de transferir material genético entre organismos que no podrían obtenerse por los medios clásicos.

La biotecnología agrícola es intersectorial e interdisciplinaria. La mayoría de las técnicas moleculares y sus aplicaciones son comunes a todos los sectores de la agricultura y la alimentación, pero la biotecnología no puede valerse por sí misma. Por ejemplo, la ingeniería genética aplicada a los cultivos no puede avanzar sin los conocimientos derivados de la genómica y es de poca utilidad práctica si no hay un programa eficaz de fitogenética. Todo objetivo de investigación requiere el dominio de una multitud de elementos tecnológicos. La biotecnología debe formar parte de un programa amplio e integrado de investigación agrícola que aproveche la labor realizada en otros programas sectoriales, disciplinarios y nacionales. Esto tiene amplias consecuencias para los países en desarrollo y sus asociados en el desarrollo a la hora de elaborar y aplicar políticas, instituciones y programas nacionales de creación de capacidad en relación con la investigación.

La biotecnología agrícola es internacional. Aunque en su mayor parte se están realizando en países desarrollados, las investigaciones básicas sobre biología molecular pueden ser beneficiosas para los países en desarrollo en la medida en que permiten conocer mejor la fisiología de todos los vegetales y animales. Los descubrimientos de los proyectos sobre el genoma humano y el genoma del ratón benefician directamente a los animales de granja, y viceversa, mientras que los estudios sobre el maíz y el arroz presentan paralelismos que pueden aplicarse a cultivos de subsistencia como el sorgo y el tef. Sin embargo, es necesaria una labor específica sobre las razas y especies de importancia para los países en desarrollo. Es en éstos donde se encuentra la mayor biodiversidad agrícola mundial, pero se ha hecho poco por caracterizar esas especies vegetales y animales a nivel molecular con el fin de evaluar su potencial de producción y su capacidad para resistir a las enfermedades y a las condiciones ambientales desfavorables o de garantizar su conservación a largo plazo.

Es probable que la aplicación de las nuevas biotecnologías moleculares y de las nuevas estrategias de mejoramiento a cultivos y razas de especial interés para los pequeños productores de los países en desarrollo sea limitada en un futuro próximo por diversas razones, tales como la falta de fondos seguros a más largo plazo para la investigación, la insuficiencia de la capacidad técnica y operativa, el escaso valor comercial de los cultivos y razas, la ausencia de programas adecuados de mejoramiento convencional y la necesidad de elegir entre los entornos de producción pertinentes. Sin embargo, los países en desarrollo se enfrentan ya con la necesidad de evaluar cultivos modificados genéticamente y en su momento tendrán también que evaluar la posible utilización de árboles, ganado y peces modificados genéticamente. Esas innovaciones podrían ofrecer una oportunidad para aumentar la producción, la productividad, la calidad de los productos y la aptitud para la adaptación, pero sin duda plantearán desafíos a la capacidad de investigación y reglamentación de los países en desarrollo